Los 7 comportamientos del Autocuidado en Diabetes

La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por el aumento de los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre, debido a una deficiencia o resistencia a la insulina, la hormona que regula el metabolismo de los carbohidratos. La diabetes puede causar complicaciones a corto y largo plazo, como hipoglucemia, hiperglucemia, daño renal, cardiovascular, nervioso y ocular.

La diabetes no tiene cura, pero se puede controlar y prevenir con un tratamiento adecuado, que incluye medicamentos, insulina, alimentación, ejercicio y educación diabetológica.

El tratamiento de la diabetes tiene como objetivo mantener el nivel de glucosa en la sangre dentro del rango objetivo, y mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes.

Para lograr este objetivo, es importante practicar el autocuidado, que es el conjunto de acciones que las personas con diabetes realizan para manejar su enfermedad y mejorar su salud. El autocuidado implica tomar decisiones informadas, responsables y conscientes sobre el tratamiento, la alimentación, el ejercicio y otros aspectos de la vida diaria.

 

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El autocuidado se basa en siete comportamientos, que son:

Monitoreo de la glucosa en la sangre

El monitoreo de la glucosa en la sangre es la medición del nivel de glucosa en la sangre en diferentes momentos del día, utilizando un dispositivo llamado glucómetro.

El monitoreo de la glucosa en la sangre permite conocer el efecto de los alimentos, el ejercicio, el estrés, los medicamentos y otros factores sobre la glucemia, y tomar las medidas necesarias para mantenerla dentro del rango objetivo.

El monitoreo de la glucosa en la sangre es uno de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Ajustar la dosis de insulina o de medicamentos orales, según las indicaciones del médico.
  • Prevenir o tratar la hipoglucemia, que es un nivel bajo de glucosa en la sangre, que puede causar síntomas como sudoración, temblor, mareo, confusión, hambre o pérdida de la conciencia.
  • Prevenir o tratar la hiperglucemia, que es un nivel alto de glucosa en la sangre, que puede causar síntomas como sed, hambre, cansancio, visión borrosa, infecciones o cetoacidosis.
  • Evaluar la efectividad del tratamiento, la alimentación y el ejercicio, y hacer los cambios necesarios para mejorar el control glucémico.
  • Detectar y prevenir las complicaciones de la diabetes, como el daño renal, cardiovascular, nervioso y ocular.

La frecuencia y el momento del monitoreo de la glucosa en la sangre dependen de cada persona, del tipo de diabetes, del tipo de tratamiento, del plan de alimentación y del ejercicio.

Por lo general, se recomienda hacer el monitoreo de la glucosa en la sangre antes y después de las comidas, antes y después del ejercicio, antes de acostarse y durante la noche. El monitoreo de la glucosa en la sangre debe registrarse en un diario, una aplicación o un dispositivo electrónico, junto con otros datos, como la dosis de insulina o de medicamentos, la cantidad y el tipo de alimentos, el tipo y la duración del ejercicio, y cualquier otro factor que pueda influir en la glucemia, como el estrés, la enfermedad o el alcohol.

Administración de medicamentos

La administración de medicamentos es la toma de los medicamentos que el médico ha recetado para el tratamiento de la diabetes, siguiendo las indicaciones de dosis, horario y forma de administración. Los medicamentos para la diabetes pueden ser de dos tipos: insulina o medicamentos orales.

La insulina es una hormona que permite que la glucosa que proviene de los alimentos entre en las células y se utilice como fuente de energía. Se administra mediante inyecciones subcutáneas o mediante una bomba de insulina, que es un dispositivo que se coloca debajo de la piel y que libera insulina de forma continua o según las necesidades.

Existen diferentes tipos de insulina, que se clasifican según su inicio, su pico y su duración de acción. El médico indicará el tipo, la dosis y el momento de la administración de la insulina, según el nivel de glucosa en la sangre, la alimentación, el ejercicio y otros factores. La insulina debe conservarse en un lugar fresco y seco, y debe revisarse su fecha de caducidad.

Los medicamentos orales son pastillas que se toman por vía oral, y que tienen diferentes mecanismos de acción para mejorar el control de la glucosa en la sangre. Algunos medicamentos orales estimulan la producción de insulina por el páncreas, otros aumentan la sensibilidad de las células a la insulina, otros reducen la absorción de glucosa en el intestino, y otros inhiben la liberación de glucosa por el hígado.

El médico indicará el tipo, la dosis y el momento de la administración de los medicamentos orales, según el nivel de glucosa en la sangre, la alimentación, el ejercicio y otros factores. Los medicamentos orales deben tomarse con agua, y no se deben masticar, triturar ni partir.

La administración de medicamentos es otro de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Mantener el nivel de glucosa en la sangre dentro del rango objetivo, y prevenir o tratar la hipoglucemia y la hiperglucemia.
  • Prevenir o retrasar las complicaciones de la diabetes, como el daño renal, cardiovascular, nervioso y ocular.
  • Mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes.

La administración de medicamentos requiere de una adherencia terapéutica, que es el grado de cumplimiento de las indicaciones del médico sobre el tratamiento.

La adherencia terapéutica implica tomar los medicamentos según la dosis, el horario y la forma de administración prescritos, y no omitir, suspender, modificar o añadir ningún medicamento sin consultar con el médico. La adherencia terapéutica puede mejorar el control glucémico, y reducir el riesgo de efectos adversos, interacciones o resistencias.

Seguimiento de una alimentación saludable

El seguimiento de una alimentación saludable es la elección de los alimentos más adecuados, la evitación de los alimentos más perjudiciales, el control de las cantidades y las raciones, y la adaptación de la alimentación a las necesidades, los gustos y las preferencias de cada persona. La alimentación es un aspecto fundamental para el control de la diabetes, ya que los alimentos que se consumen influyen directamente en los niveles de glucosa en la sangre.

El seguimiento de una alimentación saludable es otro de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Mantener el nivel de glucosa en la sangre dentro del rango objetivo, y prevenir o tratar la hipoglucemia y la hiperglucemia.
  • Controlar el peso, y prevenir o tratar el sobrepeso y la obesidad, que son factores de riesgo para la diabetes tipo 2 y sus complicaciones.
  • Prevenir o tratar el colesterol y la hipertensión, que son factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte en las personas con diabetes.
  • Aportar los nutrientes esenciales para el organismo, como los carbohidratos, las proteínas, las grasas, la fibra, las vitaminas y los minerales, que son necesarios para el funcionamiento de los órganos y los sistemas del cuerpo.
  • Prevenir o corregir las deficiencias nutricionales, que pueden afectar al estado de salud y al control de la diabetes.
  • Mejorar el estado de ánimo y la autoestima, al sentirse mejor con uno mismo y con los demás.

El seguimiento de una alimentación saludable no significa renunciar al placer de comer, ni seguir una dieta estricta y aburrida. El seguimiento de una alimentación saludable significa comer de forma equilibrada, variada y saludable, sin dejar de disfrutar de los alimentos que te gustan. El seguimiento de una alimentación saludable se basa en los siguientes principios:

Elegir los alimentos más adecuados: se recomienda optar por los alimentos que aporten carbohidratos complejos, proteínas, grasas insaturadas, fibra, vitaminas y minerales, que son los nutrientes esenciales para el organismo. Estos alimentos tienen los siguientes beneficios:

  • Carbohidratos complejos: son aquellos que se digieren y absorben lentamente, lo que provoca un aumento gradual y moderado de la glucosa en la sangre. Se encuentran en alimentos como los cereales integrales, las legumbres, las verduras o los tubérculos. Los carbohidratos complejos pueden ayudar a mantener la glucosa en el rango deseado, a prevenir la hipoglucemia, a mejorar el tránsito intestinal y a saciar el apetito.
  • Proteínas: son las moléculas que forman los tejidos, las enzimas y las hormonas del organismo. Se encuentran en alimentos de origen animal, como la leche, el queso, el huevo, el yogur, la carne, el pescado o el marisco, y en alimentos de origen vegetal, como las legumbres, los frutos secos o las semillas. Las proteínas pueden ayudar a retrasar la digestión y la absorción de los carbohidratos, a preservar la masa muscular, a fortalecer el sistema inmunitario y a regular el metabolismo.
  • Grasas insaturadas: son aquellas que tienen uno o más átomos de carbono unidos por enlaces dobles o triples, lo que les confiere una forma líquida a temperatura ambiente. Se encuentran en alimentos de origen vegetal, como el aceite de oliva, el aguacate, los frutos secos o las semillas, y en algunos alimentos de origen animal, como el pescado azul o el huevo. Las grasas insaturadas pueden ayudar a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre, a prevenir la aterosclerosis y a proteger el corazón y los vasos sanguíneos.
  • Fibra: es la parte no digerible de los alimentos de origen vegetal, que se encuentra en la cáscara, el salvado o el germen de los cereales, las frutas, las verduras, las legumbres, los frutos secos o las semillas. La fibra puede ayudar a mejorar el tránsito intestinal, a prevenir el estreñimiento, a reducir la absorción de glucosa y colesterol en el intestino, a controlar el apetito y a prevenir el cáncer de colon.
  • Vitaminas y minerales: son sustancias que el organismo necesita en pequeñas cantidades para realizar diversas funciones, como la visión, el crecimiento, la coagulación, la defensa, el equilibrio o la producción de energía. Se encuentran en diversos alimentos, como las frutas, las verduras, los lácteos, los cereales, las carnes, los pescados o los huevos. Las vitaminas y los minerales pueden ayudar a prevenir o corregir las deficiencias nutricionales, a mejorar el estado de salud y a prevenir enfermedades.

 

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Para elegir los alimentos más adecuados, se puede seguir la guía de alimentación saludable, que propone el uso del plato del buen comer, que consiste en dividir el plato en tres partes, y llenar cada una de ellas con un grupo de alimentos diferente:

  • El grupo de las verduras y las frutas, que debe ocupar la mitad del plato, y que aporta carbohidratos complejos, fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes. Se recomienda consumir al menos cinco porciones al día, de diferentes colores y formas, preferiblemente crudas o cocidas al vapor, y con cáscara o piel cuando sea posible.
  • El grupo de los cereales y los tubérculos, que debe ocupar un cuarto del plato, y que aporta carbohidratos complejos, fibra, vitaminas del complejo B y minerales como el hierro y el zinc. Se recomienda consumir al menos seis porciones al día, de preferencia integrales, y evitar los refinados, como el pan blanco, el arroz blanco o la pasta blanca.
  • El grupo de las leguminosas y los alimentos de origen animal, que debe ocupar el otro cuarto del plato, y que aporta proteínas, grasas insaturadas, vitaminas como la A, la D y la B12, y minerales como el calcio, el fósforo y el yodo. Se recomienda consumir al menos dos porciones al día, alternando las leguminosas, como los frijoles, las lentejas o los garbanzos, con los alimentos de origen animal, como la leche, el queso, el yogur, el huevo, la carne, el pescado o el marisco, y preferir las opciones bajas en grasa y sin piel.

Práctica de actividad física regular

La práctica de actividad física regular es la realización de ejercicios o movimientos corporales que implican un gasto de energía, de forma sistemática, planificada y adaptada a las condiciones y capacidades de cada persona.

La actividad física puede ser de diferentes tipos, como aeróbica, anaeróbica, de fuerza, de flexibilidad o de equilibrio, y puede realizarse en diferentes entornos, como el hogar, el trabajo, el gimnasio, el parque o la calle.

La práctica de actividad física regular es otro de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Mejorar el control de la glucosa en la sangre, al aumentar el consumo de glucosa por los músculos, y al mejorar la sensibilidad a la insulina.
  • Controlar el peso, al aumentar el gasto calórico, y al favorecer la pérdida de grasa y el mantenimiento de la masa muscular.
  • Prevenir o tratar el colesterol y la hipertensión, al mejorar el perfil lipídico, y al reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
  • Prevenir o tratar la osteoporosis, al aumentar la densidad ósea, y al prevenir las fracturas y las caídas.
  • Prevenir o tratar la depresión, al liberar endorfinas, y al mejorar el estado de ánimo y la autoestima.
  • Mejorar la calidad de vida, al aumentar la capacidad funcional, la autonomía, la socialización y el bienestar.

La práctica de actividad física regular no significa hacer ejercicio extenuante, ni competir con otros, ni poner en riesgo la salud. La práctica de actividad física regular significa hacer ejercicio moderado, adaptado a las preferencias y posibilidades de cada uno, y disfrutar del movimiento y de sus beneficios.

La práctica de actividad física regular se basa en los siguientes principios:

  • Consultar con el médico: se recomienda consultar con el médico antes de iniciar o modificar un programa de actividad física, para evaluar el estado de salud, el nivel de glucosa en la sangre, el tipo de diabetes, el tipo de tratamiento, las complicaciones y las contraindicaciones. El médico podrá indicar el tipo, la intensidad, la duración, la frecuencia y el momento de la actividad física más adecuada para cada persona, y las medidas de prevención y seguridad que se deben seguir.
  • Elegir el tipo de actividad física: se recomienda elegir el tipo de actividad física que más se adapte a las condiciones, capacidades, gustos y objetivos de cada persona. Se pueden practicar diferentes tipos de actividad física, como caminar, correr, nadar, bailar, montar en bicicleta, hacer yoga, pilates, tai chi, etc. Lo importante es que la actividad física sea divertida, variada y motivadora, y que se pueda realizar de forma regular y constante.
  • Controlar la intensidad de la actividad física: se recomienda controlar la intensidad de la actividad física, que es el grado de esfuerzo que se realiza durante la actividad física. La intensidad de la actividad física se puede medir de diferentes formas, como la frecuencia cardíaca, el consumo de oxígeno, el gasto calórico o la escala de percepción del esfuerzo. Se recomienda practicar una actividad física de intensidad moderada, que es aquella que produce un aumento de la frecuencia cardíaca y de la respiración, pero que permite mantener una conversación. La intensidad moderada se puede estimar con la regla del 50-70, que consiste en multiplicar la frecuencia cardíaca máxima (220 menos la edad) por 0,5 y por 0,7, y mantenerse entre esos dos valores. Por ejemplo, para una persona de 40 años, la frecuencia cardíaca máxima sería 220-40=180, y la intensidad moderada sería entre 180×0,5=90 y 180×0,7=126 pulsaciones por minuto.
  • Controlar el momento de la actividad física: se recomienda controlar el momento de la actividad física, que es la hora del día en que se realiza la actividad física. El momento de la actividad física depende de la preferencia, el horario, la disponibilidad y el nivel de glucosa en la sangre de cada persona. Se puede practicar la actividad física en cualquier momento del día, siempre que se tenga en cuenta el efecto que puede tener sobre la glucemia, y se tomen las medidas necesarias para evitar la hipoglucemia o la hiperglucemia. Se recomienda hacer el monitoreo de la glucosa en la sangre antes, durante y después de la actividad física, y ajustar la dosis de insulina o de medicamentos, la alimentación y la hidratación, según las indicaciones del médico.

Manejo del estrés

El manejo del estrés es el conjunto de técnicas y estrategias que se utilizan para afrontar y reducir el estrés, que es la respuesta del organismo ante una situación que se percibe como amenazante, desafiante o demandante. El estrés puede ser positivo o negativo, según el tipo, la intensidad, la duración y la forma de afrontarlo.

El estrés positivo puede ser estimulante, motivador y adaptativo, mientras que el estrés negativo puede ser perjudicial, desmotivador e incapacitante.

El estrés negativo puede afectar al control de la diabetes, ya que puede alterar el nivel de glucosa en la sangre, y dificultar el cumplimiento del tratamiento, la alimentación y el ejercicio. El estrés negativo puede causar:

  • Un aumento de la glucosa en la sangre, al liberar hormonas como el cortisol, la adrenalina y el glucagón, que aumentan la producción y la liberación de glucosa por el hígado, y disminuyen la acción de la insulina.
  • Una disminución de la glucosa en la sangre, al provocar una reacción de lucha o huida, que aumenta el consumo de glucosa por los músculos, y puede causar hipoglucemia, especialmente si se toma insulina o medicamentos orales.
  • Una alteración del apetito, al provocar ansiedad, depresión, irritabilidad o tristeza, que pueden llevar a comer más o menos de lo habitual, o a elegir alimentos poco saludables, como los ricos en azúcar, grasa o sal.
  • Una disminución de la actividad física, al provocar cansancio, apatía, falta de interés o de motivación, que pueden impedir la realización de ejercicio o de otras actividades placenteras.
  • Una disminución de la adherencia terapéutica, al provocar olvido, confusión, negligencia o rebeldía, que pueden hacer que se omita, se suspenda, se modifique o se añada algún medicamento sin consultar con el médico.

El manejo del estrés es otro de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Mejorar el control de la glucosa en la sangre, al evitar o reducir las fluctuaciones causadas por el estrés negativo, y al facilitar el cumplimiento del tratamiento, la alimentación y el ejercicio.
  • Prevenir o tratar el colesterol y la hipertensión, al mejorar el perfil lipídico, y al reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
  • Prevenir o tratar la depresión, al liberar endorfinas, y al mejorar el estado de ánimo y la autoestima.
  • Mejorar la calidad de vida, al aumentar la capacidad de afrontamiento, la resiliencia, la satisfacción y el bienestar.

El manejo del estrés no significa eliminar el estrés, ni evitar las situaciones que lo provocan, ni reprimir las emociones que se sienten. El manejo del estrés significa identificar las fuentes de estrés, evaluar su impacto, expresar las emociones de forma adecuada, y aplicar las técnicas y estrategias más efectivas para afrontar el estrés. El manejo del estrés se basa en los siguientes principios:

  • Identificar las fuentes de estrés: se recomienda identificar las fuentes de estrés, que son las situaciones, los acontecimientos, las personas, los pensamientos o las emociones que provocan una respuesta de estrés en el organismo. Las fuentes de estrés pueden ser externas o internas, y pueden variar según cada persona. Algunas fuentes de estrés comunes son el trabajo, la familia, el dinero, la salud, el tráfico, el ruido, la violencia, la soledad, el miedo, la culpa, la ira o la tristeza.
  • Evaluar el impacto del estrés: se recomienda evaluar el impacto del estrés, que es el efecto que el estrés tiene sobre el organismo, la mente y el comportamiento. El impacto del estrés puede ser positivo o negativo, según el tipo, la intensidad, la duración y la forma de afrontarlo. El impacto del estrés se puede medir con diferentes instrumentos, como el test de estrés percibido, que evalúa el grado de estrés que se siente en el último mes, o el inventario de síntomas de estrés, que evalúa la presencia y la frecuencia de síntomas físicos y psicológicos relacionados con el estrés.
  • Expresar las emociones de forma adecuada: se recomienda expresar las emociones de forma adecuada, que es comunicar lo que se siente de forma honesta, respetuosa y asertiva, sin reprimir, negar, exagerar o agredir. Las emociones son reacciones naturales y adaptativas que se producen ante las situaciones que se viven, y que tienen una función de alerta, de motivación y de comunicación. Las emociones se pueden expresar de diferentes formas, como hablar, escribir, dibujar, pintar, cantar, bailar, llorar, reír, abrazar o besar. Expresar las emociones de forma adecuada puede ayudar a liberar la tensión, a comprender lo que se siente, a buscar apoyo, a resolver conflictos y a mejorar las relaciones.
  • Aplicar las técnicas y estrategias más efectivas para afrontar el estrés: se recomienda aplicar las técnicas y estrategias más efectivas para afrontar el estrés, que son aquellas que permiten reducir el nivel de estrés, modificar la percepción del estrés o adaptarse al estrés. Las técnicas y estrategias para afrontar el estrés se pueden clasificar en dos tipos: las centradas en el problema y las centradas en la emoción. Las centradas en el problema son aquellas que buscan cambiar o resolver la situación que causa el estrés, mientras que las centradas en la emoción son aquellas que buscan cambiar o regular la respuesta emocional al estrés.

Autocuidado de los pies

El autocuidado de los pies es el conjunto de acciones que se realizan para cuidar y proteger los pies, que son una parte del cuerpo que puede sufrir complicaciones por la diabetes, como la neuropatía, la isquemia, la infección o la úlcera. La neuropatía es la pérdida de sensibilidad y de reflejos en los pies, que puede impedir la percepción del dolor, el calor, el frío o la presión.

La isquemia es la disminución del flujo sanguíneo en los pies, que puede impedir la cicatrización de las heridas, la oxigenación de los tejidos y la defensa contra las infecciones. La infección es la invasión de microorganismos en los pies, que puede causar inflamación, enrojecimiento, calor, dolor o pus.

La úlcera es la lesión profunda y crónica de la piel y el tejido subcutáneo de los pies, que puede llegar hasta el hueso y provocar la amputación.

El autocuidado de los pies es otro de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Prevenir o detectar las complicaciones de los pies, como la neuropatía, la isquemia, la infección o la úlcera, y evitar sus consecuencias, como el dolor, la deformidad, la discapacidad o la amputación.
  • Mejorar la circulación sanguínea en los pies, al favorecer el flujo de sangre y oxígeno a los tejidos, y prevenir la isquemia y la gangrena.
  • Mejorar la sensibilidad en los pies, al estimular los nervios y los receptores sensoriales, y prevenir la neuropatía y el pie diabético.
  • Mejorar la higiene en los pies, al eliminar la suciedad, el sudor, las bacterias y los hongos, y prevenir la infección y el mal olor.
  • Mejorar la apariencia en los pies, al mantener la piel, las uñas y las articulaciones sanas y bonitas, y mejorar la autoestima y la imagen corporal.

El autocuidado de los pies se basa en los siguientes principios:

  • Revisar los pies todos los días: se recomienda revisar los pies todos los días, con ayuda de un espejo o de otra persona, para detectar cualquier anomalía, como heridas, ampollas, callos, grietas, hongos, uñas encarnadas, cambios de color o de temperatura. Se debe prestar especial atención a las zonas de mayor presión o roce, como los dedos, los talones, las plantas o los bordes. Si se observa alguna anomalía, se debe limpiar, desinfectar y cubrir la zona afectada, y consultar con el médico o el podólogo lo antes posible.
  • Lavarse los pies todos los días: se recomienda lavarse los pies todos los días, con agua tibia y jabón neutro, y secarlos bien, especialmente entre los dedos, para evitar la humedad y el crecimiento de hongos. Se debe evitar el uso de agua caliente, alcohol, colonia o talco, que pueden resecar o irritar la piel. Se debe hidratar la piel con una crema hidratante, sin aplicarla entre los dedos, para evitar la maceración.
  • Cortarse las uñas cada dos o tres semanas: se recomienda cortarse las uñas cada dos o tres semanas, con unas tijeras de punta redonda o un cortaúñas, siguiendo la forma natural de la uña, y sin dejar picos ni bordes. Se debe evitar el uso de alicates, limas o cortacutículas, que pueden dañar la uña o la piel. Se debe limpiar la uña con una gasa o un algodón, y evitar el uso de esmaltes, pegamentos o adornos, que pueden ocultar o provocar infecciones.
  • Usar calzado adecuado: se recomienda usar calzado adecuado, que sea cómodo, amplio, flexible, transpirable y de material natural, que se adapte al pie y que no le produzca rozaduras, presiones o deformidades. Se debe evitar el uso de calzado apretado, duro, sintético o de tacón alto, que pueda lesionar el pie o alterar la circulación. Se debe revisar el interior del calzado antes de ponérselo, para comprobar que no haya objetos extraños, como piedras, arena o alfileres, que puedan herir el pie. Se debe cambiar el calzado con frecuencia, para evitar el desgaste o la deformación.
  • Usar calcetines o medias adecuados: se recomienda usar calcetines o medias adecuados, que sean suaves, lisos, sin costuras, de algodón o de lana, que se ajusten al pie y que no le produzcan arrugas, pliegues o compresión. Se debe evitar el uso de calcetines o medias apretados, rugosos, con costuras, de nylon o de colores oscuros, que puedan irritar el pie o alterar la sensibilidad. Se debe cambiar los calcetines o medias todos los días, para evitar la humedad y el mal olor.

Abandono del hábito de fumar

El abandono del hábito de fumar es la decisión de dejar de consumir tabaco, que es una sustancia adictiva y tóxica, que contiene más de 4000 componentes químicos, entre los que se encuentran la nicotina, el alquitrán, el monóxido de carbono y el cianuro.

El tabaco se puede consumir de diferentes formas, como cigarrillos, cigarros, pipas, tabaco de mascar o de aspirar, pero todas ellas son perjudiciales para la salud.

El abandono del hábito de fumar es otro de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Mejorar el control de la glucosa en la sangre, al evitar o reducir la resistencia a la insulina, que es la disminución de la capacidad de las células para responder a la insulina y utilizar la glucosa. El tabaco puede aumentar la resistencia a la insulina, al provocar una inflamación crónica, un estrés oxidativo y una alteración del metabolismo de los lípidos.
  • Prevenir o tratar el colesterol y la hipertensión, al mejorar el perfil lipídico, y al reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca. El tabaco puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, al dañar las paredes de las arterias, al favorecer la formación de placas de ateroma, al aumentar la coagulación de la sangre y al disminuir el flujo de oxígeno al corazón y al cerebro.
  • Prevenir o tratar la neuropatía, la isquemia, la infección y la úlcera de los pies, al mejorar la circulación sanguínea, la sensibilidad y la defensa en los pies. El tabaco puede empeorar las complicaciones de los pies, al disminuir el flujo de sangre y oxígeno a los tejidos, al aumentar la pérdida de sensibilidad y de reflejos, al favorecer la infección y la gangrena, y al retrasar la cicatrización de las heridas.
  • Prevenir o tratar la retinopatía, la catarata y el glaucoma, al mejorar la visión y la salud ocular. El tabaco puede aumentar el riesgo de enfermedades oculares, al dañar los vasos sanguíneos de la retina, al favorecer la opacidad del cristalino, al aumentar la presión intraocular y al disminuir el campo visual.
  • Mejorar la calidad de vida, al aumentar la esperanza de vida, la capacidad respiratoria, el gusto, el olfato, el aspecto físico y el ahorro económico.

El abandono del hábito de fumar no significa renunciar al placer de fumar, ni sufrir un síndrome de abstinencia, ni aumentar de peso, ni estar de mal humor. El abandono del hábito de fumar significa liberarse de una adicción, recuperar la salud, el bienestar y la libertad, y disfrutar de los beneficios que conlleva. El abandono del hábito de fumar se basa en los siguientes principios:

  • Decidir dejar de fumar: se recomienda decidir dejar de fumar, que es el primer y más importante paso para lograr el éxito. La decisión de dejar de fumar debe ser firme, voluntaria y personal, y debe basarse en las razones y los motivos que cada uno tiene para hacerlo. Se puede hacer una lista de los beneficios que se esperan obtener al dejar de fumar, y de los inconvenientes que se quieren evitar al seguir fumando, y revisarla cada vez que se sienta la tentación de fumar.
  • Elegir el método para dejar de fumar: se recomienda elegir el método para dejar de fumar, que es el conjunto de recursos y herramientas que se utilizan para facilitar el proceso de abandono del tabaco. El método para dejar de fumar puede ser farmacológico o no farmacológico, y se debe elegir el que más se adapte a las características, las necesidades y las preferencias de cada persona. El método farmacológico consiste en el uso de medicamentos que ayudan a reducir el deseo de fumar, los síntomas de abstinencia y el riesgo de recaída, como los parches, los chicles, los inhaladores, los comprimidos o los sprays de nicotina, el bupropión o la vareniclina. El método no farmacológico consiste en el uso de técnicas que ayudan a modificar los hábitos, las actitudes y las creencias relacionadas con el tabaco, como la terapia cognitivo-conductual, la hipnosis, la acupuntura, el láser, la auriculoterapia o el coaching. Se puede combinar el método farmacológico con el no farmacológico, y se debe consultar con el médico la conveniencia y la seguridad de cada método.
  • Fijar una fecha para dejar de fumar: se recomienda fijar una fecha para dejar de fumar, que es el día en que se va a dejar de consumir tabaco definitivamente. La fecha para dejar de fumar debe ser cercana, realista y conveniente, y debe coincidir con un día en que se tenga motivación, confianza y apoyo. Se debe marcar la fecha en el calendario, y comunicarla a las personas cercanas, para que sepan y respeten la decisión, y para que puedan ofrecer ayuda y ánimo. Se debe evitar fumar más o menos de lo habitual antes de la fecha, y se debe preparar el entorno para el día, eliminando los cigarrillos, los ceniceros, los mecheros y cualquier otro objeto relacionado con el tabaco.
  • Afrontar el día sin fumar: se recomienda afrontar el día sin fumar, que es el día en que se va a iniciar el proceso de abandono del tabaco. El día sin fumar puede ser difícil, pero también puede ser una oportunidad para demostrar la capacidad, la voluntad y el compromiso de dejar de fumar. Se debe seguir el método elegido para dejar de fumar, y se debe aplicar las técnicas y estrategias para resistir el deseo de fumar, como la distracción, la relajación, el apoyo social, el refuerzo positivo o el autocontrol. Se debe evitar las situaciones, los lugares, las personas o las emociones que puedan provocar el deseo de fumar, y se debe buscar las alternativas, los sustitutos, los hobbies o las actividades que puedan satisfacer el deseo de fumar. Se debe celebrar el logro de haber pasado el día sin fumar, y se debe felicitar por el esfuerzo y el progreso.
  • Mantenerse sin fumar: se recomienda mantenerse sin fumar, que es el objetivo final y más importante del proceso de abandono del tabaco. Mantenerse sin fumar implica no volver a consumir tabaco nunca más, ni siquiera una calada, ya que puede reactivar la adicción y provocar una recaída. Mantenerse sin fumar requiere de una constancia, una perseverancia y una vigilancia permanentes, y se debe estar preparado para afrontar las dificultades, los obstáculos y las tentaciones que puedan surgir. Se debe seguir el método elegido para dejar de fumar, y se debe aplicar las técnicas y estrategias para prevenir y superar las recaídas, como la anticipación, la planificación, la solución de problemas, la reestructuración cognitiva, la relajación, el apoyo social, el refuerzo positivo o el autocontrol. Se debe disfrutar de los beneficios que se obtienen al mantenerse sin fumar, y se debe valorar el cambio y la mejora que se ha conseguido.

Seguimiento de las revisiones médicas

El seguimiento de las revisiones médicas es el conjunto de visitas, consultas, pruebas y análisis que se realizan para evaluar el estado de salud, el control de la diabetes y el riesgo de complicaciones. El seguimiento de las revisiones médicas permite conocer el efecto del tratamiento, la alimentación, el ejercicio y otros factores sobre la glucemia, y tomar las medidas necesarias para mejorar el control glucémico.

El seguimiento de las revisiones médicas es otro de los comportamientos más importantes del autocuidado, ya que ayuda a:

  • Mantener el nivel de glucosa en la sangre dentro del rango objetivo, y prevenir o tratar la hipoglucemia y la hiperglucemia.
  • Prevenir o detectar las complicaciones de la diabetes, como el daño renal, cardiovascular, nervioso y ocular, y evitar sus consecuencias, como el dolor, la deformidad, la discapacidad o la amputación.
  • Ajustar el tratamiento, la alimentación y el ejercicio, según las necesidades y las preferencias de cada persona, y según las indicaciones del médico.
  • Resolver las dudas, las inquietudes, los problemas o los miedos que se puedan tener sobre la diabetes, y recibir el apoyo, el consejo, la educación y la motivación que se necesiten.

Elaboró: Nafith Reza Torres

Lic. en Nutrición y Educador en Diabetes

REFERENCIAS: 

  •  Asociación de Especialistas en Atención y Educación de la Diabetes (ADCES), recuperado de https://www.diabeteseducator.org/living-with-diabetes/spanish-resources